Portada de Utolands
Y
de nuevo
habían
mundos
muchos
más grandes;
y
en ellos había
un
pequeño lugar para mí.
Luis
Alberto Bravo
Por Kamilo Muñoz
Las reseñas literarias siempre tiene el
defecto de reducir el libro a su composición más simple, a su banalidad más
interesante; lo que leemos en una reseña es una traición al contenido del
libro, a su esencia próxima, como lo es la biografía del escritor al escritor o
como lo es la página a lo que dice, a su
contenido. El reducto es un asentamiento retórico sin imagen. La poesía por el
contrario es dimensión, silenciosa abertura de contenidos. Seguei es un personaje ficticio de la literatura japonesa nacido al
sur de la rivera oriental del Volga,
cerca de la región del Cáucaso, quien
legó de su padre, y este a su vez de su padre, y este de su padre, el arte de
la carpintería; cuenta este relato anónimo que caminando por el bosque nevado,
encontró aquella vez el más hermoso de los troncos, una madera blanquecina que parecía brillar bajo los primeros rayos,
y del grueso tronco surgía un halo de
vida, casi tan intenso como el de los oseznos al nacer; cuenta que con
dicha madera construyó una bella muñeca a la que llamó Matrioska, la cual una mañana saludó a Seguei deseándole Buenos Días; ésta le solicitó al ebanista que construyera
para ella otra muñeca, para que la acompañara ya que se sentía muy sola, quien
a la vez saludó a Seguei y quien
además también pidió compañía (adjuntaré al final el cuento completo). Las Matrioskas son aquellas muñecas de
madera que en su interior albergan otras muñecas de menos tamaño. He encontrado
en el libro Utolands del escritor
ecuatoriano Luis Alberto Bravo, un
hermoso dialogo dimensional, inconsciente a lo mejor, que suscita el
acontecimiento de albergar un contenido en otro, un cuerpo en otro cuerpo: poemas
que albergan en su interior otros poemas y que permiten una lectura feliz e
inteligente del deslizamiento de la realidad en el azar poético.
Utolands
resulta de la composición UTOPIAS + TIERRAS = UTOPIAS REALIZADAS: he ahí un
infra-albergue de la estética de los poemas, que superan el mero azar para
remitirse y permitirse la infancia de la que Luis Alberto nos permite disfrutar
a lo largo de todo su libro, como una escritura provechosa, florecida en su
aspecto inventivo, y por lo cual creo no hace caso solamente a la añoranza,
sino a la otra realidad, a la otra mitad de toda realidad, a la otra ficción de
toda ficción, la línea del Equador(1)
donde se despliega la intertextualidad del presente imperfecto, y donde gracias
a ello Utolands como Bonus Track(2)
puede ser geográficamente ubicada en
libros, sueños, letras de canciones,
pinturas, revistas, blogs, fotos y películas: la antología de lo vivido en
el pasado de la creación. Un recorrido afectivo y sencillo donde el sueño es un ojo impreciso hacia otras realidades(3): la tierra
del niño visceral más que el pequeño dios de Huidobro.
“…siempre le doy especial énfasis a una
estructura, donde vaya a caber el contenido “; “estructura y ritmo han convenido para que el contenido sea natural”; “me gusta pensar que mis textos…
puedan alcanzar otras formas de expresión”; “Para mí el mundo del arte, de la literatura es un mundo paralelo a la
realidad objetiva, un mundo de belleza, de ilusión de admirar la perfección”(4), eh
ahí el trabajo del poeta que abre el misterio de la realidad primera para rebanarla
a la mitad, donde nace otro misterio,
el reto utópico de la literatura.
No deja de sorprenderme la cantidad de
alegorías que encuentro con las muñecas. Bravo preparaba entre el 2001 y el
2002 una novela llamada Septiembre
(ya terminada en la actualidad, ganadora de un premio, sin publicarse), que al
parecer resulta de una fuerte búsqueda por el tono, el ritmo, la
experimentación, y por la cual nacen dos de sus libros: Utolands (obra ganadora del Primer concurso de poesía
organizado por la editorial mexicana Lenguaraz en el 2009) y Cuentos para hacer dormir a una
niña punk (ediciones Arlequín. México, 2010); resultan de un salvoconducto
ante la imposibilidad de escribir una novela, es decir, estas obras son
contenidos de un cuerpo que alberga otro cuerpo novelado; Utolands está
dividido en cuatro secciones: El nombre
de un viaje; ¡Bienvenidos a este
pueblo!; Perdí la aldea; Epílogo (Vuelva cuando quiera), mas
todas las citas de libros, referencias de películas, fragmentos de poemas,
cuadros, fotografías, etc.; hace parte además de la trilogía denominada Antropología Pop (para árboles epilépticos),
cuya primera parte ya ha sido publicada; y la compone un canal en youtube con
el mismo nombre, a cuya entrada se puede escuchar la composición entre Manu Chao y Portishead llamada King of
Bongo, realizada por el mismo Luis.
Considero que cada una de sus obras, de
sus poemas, ha sido engendrada(o)
gracias a lo que precede, a fragmentos que él utiliza para posteriores
creaciones literarias, cinematográficas, ensayísticas, etc. La muñeca pre-morada
que suscitara casa del presente, en tal caso, por ese movimiento que la
literatura comparte como arte inacabado, en el inconsciente: el niño que nunca ha dejado de jugar. Estoy
de acuerdo con el prologuista del éste libro en México al decir que “Utolands es un libro que nos obliga a buscar
dentro de nosotros mismos los elementos necesarios para descifrar todos los
símbolos que construyen el mensaje en los poemas”; agregaría a eso que en
Latinoamérica las Matrioskas son la dimensión que cobran los nombres, las cosas, las
personas, el mismo lenguaje y la misma tradición andina que acoge innumerables significaciones,
donde la relación significante-significado no constituyen la experiencia
sensible del símbolo occidental sino precisamente su inversión o desbordamiento.
Una cosa antes de terminar; Seguei dibujó un bigote a la última Matrioska llamada Ka, la colocó frente al espejo y le dijo:
eres un hombre… no puedes tener una hija
o un hijo dentro de ti…, entre la primera muñeca y la última existe una
relación de línea punteada que es el abrir, el abrir, el abrir y cerrar los
círculos de la obra, pero los círculos que se cierran, se abren a otra
dimensión que es el libro: la literatura rebana a la mitad toda realidad, la
poesía es ese intervalo de muñeca a muñeca sin respuestas. Espejo contra
espejo, rostro al libro, la muñeca es otra
y otra y otra (haced el ejercicio). Luis: viejo carpintero.
Aquí una
selección de algunos poemas:
El
tesoro de los pájaros
Hubo una señora que nos alquilaba la
casa
y que se casó con su padre adoptivo
para adquirir los bienes;
Ella solía llamar a los pájaros
como si hiciera una llamada
telefónica:
“¿Aló Pepe?, ¿aló Copenhague?”.
Ahora la entiendo, cuando tras la
puerta
se jalaba los cabellos…
¡Bautizaré
a los pájaros!
Les
pondré nombres de ciudades escandinavas.
Así
un pájaro se llamará Copenhague;
Otro
será Suomussalmi, y otro Espoo.
Los árboles se llamarán como los niños
antiguos:
Cipriano, Tomás, Farfounet o Nils.
Y los colores como las estaciones en…
¡Neverland!:
La Luz de las Bicicletas, La Niebla en
los Patios, Los Tréboles en una Taza.
Los caminos se llamarán como las
películas antiguas:
Anónimo veneciano, Le petit
soldat, o El desencanto.
El sexo de las mujeres se llamará
Suiza o Luxemburgo;
y el de los hombres Bulgaria o Brasil.
A las hormigas habrá que llamarlas
como los paraguas
(fuera de la casa cuando la lluvia);
porque los paraguas recordarán las
marcas que hacían los zapatos
en los caminos antiguos: donde se
acostumbraba a
llamar por su nombre a los niños,
que solían recordar la fecha de la
vid;
Por eso nuestros pasos se llamarán
como las clases del vino
y los patos por cada hoja que
picoteaban antes de tiempo,
y por cada pistilo que arrancaban
(y que sangraban como una niña en su
primera
menstruación);
¡Porque ha vuelto Nils de Bulgaria!
Y aunque agarró una enfermedad mortal
en Suiza,
fumará las hojas que no alcanzaron los
patos…
¡Sí!
¡¡Ha vuelto Nils de Bulgaria!!
Y le miran las niñas desde el zaguán
(mientras las madres les espían sus
diarios)
(y mientras sus padres cruzan la cerca
y visitan a las otras mujeres que les parieron otros hijos).
Porque ha vuelto Nils de Bulgaria…
Mírenlo como camina por El desencanto;
Lleva en el walkman (que le regaló su
primera amante)
esa canción de aquel cantante del
Brasil…
“¡Oh que guapo es Nils!” dicen las
ardillas;
Mientras los pintores sin historia
descubren en aquella nariz
descontinuada,
todas las imprecisiones de las barcas,
de los cuadros de Whistler (James
Abbott McNeill).
“Bienvenido Nils…”
“¡Oh Nils!”
—“El que defeca debajo de las ramas”
Y luego se ríen…—
…
[Y
Copenhague defecará lluvia blanca
y
dormirá sobre Nils…
Dormirá
en
honor a los cabellos
que
se jalaba la vieja
y
que a su vez soñaba con un niño que le pudiera acariciar;
tal
vez
el
mismo niño que ya no lo recuerdan en los caminos antiguos,
y que solía aplastar fielmente la
vid].
Del poema “Pequeños
Trenes”:
§
(Aquí
va la obra pictórica La isla de los muertos)
Un
día frío una condesa viajó en tren y le encargó a Arnold Böcklin “un cuadro
para soñar”; y la pincelada del gran artista suizo creó este lugar de ensueño,
ésta utopía del inconsciente, un lugar tranquilo bajo un día frío.
Un
día frío, Adolf Hitler adquirió una copia de este enigmático cuadro.
Un
día frío de 1945 desapareció.
Un
día frío de 1979 apareció en el sótano de la casa de un hombre que murió en un
día frío.
§
La
gente triste tiene el espíritu semejante a un paraguas.
La
gente triste indudablemente nunca en su vida ha comprado un paraguas.
La
gente triste hereda instrumentos musicales (por lo general suelen ser muy
grandes).
Los
niños tristes asisten a andenes tristes (en tristes estaciones) a robarles el
dinero a pasajeros tristes.
Los
escritores tristes (que escriben sobre trenes en los Andes) olvidan a propósito
sus libros de ediciones limitadas en las estaciones sureñas.
Aquellos
escritores tristes (y que abandonaron sus libros y fueron asaltados por niños
tristes) tienen apellidos de campesinos franceses (como Teillier, Gracq o
Cadou).
Los
niños tristes se enamoraron de Yukino Yayoi.
Las
jóvenes tristes perdieron su virginidad con tipos tristes que murieron en
accidentes a la hora en que entregaban pizzas.
Las
madres tristes adquieren del vagón abierto, el pan de la Sierra y la leche
golpeada en el fiel traqueteo en La nariz del Diablo; ese pan aplastado
por las canastas de mimbre y los sacos de lechugas embarcados en Huigra, y que
tienen aún la experiencia de una oscuridad; ese vagón triste que atravesó los 3
túneles de Chanchán y saludó a los ríos y a ese puente en el kilómetro 105:
donde se está en una provincia y luego en otra; y luego alcanzó las otras
estaciones de donde viene mi rostro y de donde una anciana siempre me mira (y
me señala con un palo) como si viera en mi, a aquel hijo triste que dejó de
llegar con el tren.
La
gente triste hereda los nombres de aquellos invitados que se fueron a vivir
lejos.
Aquellos
tristes invitados se volvieron insomnes fotógrafos & asiduos transeúntes,
cuyo pelo cano es el punto de fuga que se gesta al final de los rieles.
Las
viejas y viejos tristes tienen mascotas felices. Si es un perro, éstos suelen
llevar nombres toscos de dos sílabas y resultan muy agresivos; un día
cualquiera tienden a desaparecer.
Los
hijos tristes alguna vez limpiaron la ropa de sus padres tristes.
Las personas tristes tienen hijos
tristes que no quieren pensar en sus padres tristes.
§
“Hay
un pequeño tren que lleva mi corazón al patíbulo y que se aleja de mí por vivir
lo prohibido” Así empieza la novela de Octavio Lago, el carrilano aspirante a
escritor, “Chatanuga, el tren ladrón”.
…
“Tú,
la noche. Estación de un cariño oculto… susurros de un agitado tren”. Se deja
leer en el capítulo IV de la novela Chatanuga, el tren ladrón de Octavio
Lago, el carrilano aspirante a escritor.
…
“Una línea de invierno en los vagones y otra gallina
desaparece”; así termina la novela de Octavio Lago, el carrilano aspirante a
escritor, “Chatanuga, el tren ladrón”.
(en: El nombre de
un viaje)
Neverland
La infancia es una utopía para niños
afortunados
Kazuo
Ishiguro
Si
sabes quién soy,
entonces no hay niños aquí.
Utolands!
Tener talento no basta: también hay
que ser húngaro
Robert Capa
1
El
patio de mi casa
es
un país
que
fundé en la infancia.
2
Equador
es un pueblo
que
nieva al sur de Chile.
3
Luxemburgo
es el dibujo
de
un alemán
que volvió de… ¡Neverland!
Lautaro
Y
llamaron Juan Rubio a aquel barco de papel…
y
apenas aflojaron en el agua, lo volvieron a sacar;
Tomándolo
de sus alas de barco de papel
—Cuando
su barriguita yacía manchada de lodo y humedad de todas las aguas—.
Lo
llamaron como un pueblo que nieva en el sur.
Y
esta vez lo aflojaron…
Allá
lo vieron alejarse,
hay
quien rió y dijo era mejor el primer nombre;
mientras
los otros haciéndoles chao con la mano
no
entendían el por qué el barquito se detenía y no avanzaba más.
La
verdad no entendieron nunca el por qué bautizaron a aquel barquito
con
el nombre de un pueblo que no conocían,
ni
por qué en un principio, lo bautizaron con el nombre
de
un borracho a quién no se lo volvió a ver.
Tal
vez por ese hecho se despidieron ellos mismos
y
se olvidaron del barquito de papel
—Que
no avanzaba más,
y no avanzó.
Y
que se enredaba y hacía bucles
en
el cuerpo flotante y putrefacto de Juan Rubio,
aquel
borracho, a quién nadie nunca más
lo
volvió a ver.
País
Bajo del Ananás
“Bienvenidos al País Bajo del Ananás”,
se
lee en un letrero a la entrada del pueblo.
Porque
el País Bajo del Ananás es un pueblo;
y
cuyos habitantes se enorgullecen de sus ananás,
pero
no los llaman así,
ni
siquiera los producen,
simplemente
es el País Bajo del Ananás.
Hay
una línea férrea desfigurada,
que
quiere decir: «¡Ya no hay línea férrea aquí!».
Un ingenio
que apesta en el saludo,
y
el excremento de los cerdos que nos despiden. y viceversa
Hay
un río subterráneo —casi mitológico—
y
que suele hacer alianzas
con
las grandes lluvias.
¡Éste
es el País Bajo del Ananás!
Cuyos
habitantes
—ignorando
aquella voz guaraní—
crearon
un parque y un puente para hacer referencia a los ananás,
pero
en cambio indicaron el fruto malo del pino.
¡Y
aquí… no hay pinos!
Un
día, un hombre llegó y colgó un nuevo letrero:
«Bienvenidos
al País Bajo del Ananás.
No
hay pinos aquí».
Y
les hizo saber:
“Este
pueblo está orgulloso de la fruta que tragan a diario,
pero
piensan un ananás con el nombre del fruto malo del pino,
y
aquí, señoras y señores no hay pinos.”
Mataron
a aquel hombre,
lo
empalaron,
y
lo colocaron a la entrada del pueblo.
«Bienvenidos
al País Bajo del Ananás.
No
hay pinos aquí».
Se lee en un letrero caído.
Equador
Mi cumpleaños
es más importante que el 10 de agosto
Efrén Avilés Pino
Tuvimos
un presidente hijo de puta.
Tuvimos
un presidente borracho.
Tuvimos
un presidente cabrón.
Tuvimos
un presidente payaso.
Quedamos
segundo lugar por nuestro Himno Nacional
(sabemos quién nos
ganó,
pero no sabemos a quién le ganamos).
Tuvimos
un presidente gritón.
Tuvimos
un presidente palacio.
Tuvimos
un presidente orejón.
Tuvimos
un presidente batracio.
Matamos
a un presidente (que no lo merecía).
Desaparecimos
a dos hermanos (que no lo merecían).
Matamos
a un banquero (que no lo merecía).
Ganamos
la guerra y perdimos el territorio.
No
matamos a un presidente (que se lo merecía).
Estábamos
al norte del Perú,
ahora
el Perú está al norte de nosotros.
Tuvimos
un héroe niño:
le dispararon una bala y no murió,
le dispararon otra bala y tampoco
murió,
le dispararon en una pierna y siguió
caminando,
le dispararon en la otra pierna y se
arrastró,
se arrastró y se arrastró,
y murió de una enfermedad cacal en el
hospital.
Acá
a los patriotas los llamamos «Cojudos»,
pero
si pierden una de sus piernas
los llamamos
«Héroes».
¡Acá
no hay racismo, negro hijo de puta!
Vota
10, la de los pobres.
Hicimos
la Copa América
y casi nos la quedamos.
Hicimos
el Miss Universo
y casi nos la quedamos.
Tuvimos
tres presidentes en un mismo día
y nadie nos dio un premio.
Tuvimos
un candidato al Nobel de Literatura
y nos hicimos los locos.
Le
ganamos a Brasil 1 a 0
(pero
luego Brasil nos volvió a ganar y nos hicimos los locos).
Ganamos
la Libertadores
y
no la volvimos a ganar.
Ganamos
la medalla olímpica
y
no la volvimos a ganar.
Ganamos
el Roland Garros
y
nunca más la ganaremos.
Elegimos
un presidente
y lo derrocamos.
Elegimos
a otro presidente
y también lo derrocamos.
¡Acá
no hay racismo, indio hijo de puta!
¡Acá
no hay racismo, cholo hijo de puta!
¡Ven
para mearte hijueputa maricón!
…
Yo
no fuiií.
Mira
Totti, mira Suso, mira Ñoco:
Necesitamos
un presidente
que
no cante feo;
Necesitamos
un presidente
que
le regrese las piernas a nuestros héroes.
Que
le declare la guerra al gran país del Norte
y
luego se haga el loco.
Que
le diga a las FARC que se vayan para allá.
Que
se traiga las Galápagos un poco más para acá.
Que
Chile linde al norte por el Equador.
Mientras
nadie prometa esto,
mientras
nadie cumpla todo esto,
acá seguiremos votando NULO.
(en: ¡Bienvenidos a
este pueblo!)
Nueva
Ley de Murphy (para aplicarla en la ruta a Neverland)
Si
dos niños se despiden,
—mínimo—
uno de los dos es huérfano.
Cuando
separes
A un niño
llamado Christopher Santino
Cambia la
estación. Un viento frío congela la playa.
Wallace Stevens
Cuando
separes…
La
estación que más suele caer sobre mi patio;
Y
en el Equador donde se juntan los hemisferios en el aire
(y
sus fríos opacos
nos vuelvan el viento sobre las
ramas).
Para
cuando estés sensible;
Cuando
separes…
Y
la sequía de los periódicos en el sótano,
te
dure lo que aproximadamente
duraba
yo caminando a la escuela (seis meses).
Y
cuando comprendas los días,
y
sepas como nos corresponde
la
noción de un tren y el mejor lugar en la mesa,…
y
te vuelvas mecenas de quienes volvieron de la recolección/
del bosque,
de
la quema de revistas que se leían tras los frutos,
del
pasquín que colgaron tras la caza.
Cuando
separes
el
pétalo del pelo de la flor,
(que
crecía bajo la caravana
— ¡crece aún! —)
donde
alaba el campo un músico del Brasil;
porque
solías mantenerme lejos
como
un vehículo que oía cantar en el aire:
Tú
dormido y yo sentado en la carretera
(soñando
el hotel de un campesino y que él a su vez soñaba algo).
Cuando
separes…
Cuando
separes a los peregrinos infieles
que
ponían trampas a los pájaros
(de
los que abandonaron la Orden de los Caballeros de Malta),
como
cuando yo miraba una casa deshabitada
y
descubría a un hombre intentando comer
—mientras
me crecía una mujer en la espalda.
Hoteles
cansinos y árboles gordos,
que
te llevaran al País del Niño en el Árbol
—
donde mueren tipos como Teillier o Cadou—,
donde
puedes observar
la
habitación de la niña que encerrabas.
…
Hoy…
Los
Jack Kerouac‟s te llevan en esa
caravana.
— ¡Y así van! —
La
caravana que emprendió aquel destino:
Un tren helado y
muerto en la playa.
Del
poema: Apuntes en los cuadernos de Los Antiguos Estudiantes de «La Escuela
de La Cimarra»
…
Hoy,
los Antiguos Miembros de La Cofradía de la República de Lautaro y Guacolda, nos
han traído muchos libros: hay ediciones viejas y muy bonitas de libros de
autores rusos y franceses.
Del
poema: Pasajes copiados de la película Flirting; donde Danny Embling
(el personaje de Noah Taylor) es un poco Holden Caulfield y un poco Antoine
Doinel
2
—
Mantén en marcha esta mitad del mundo
—
Tu cuida la otra mitad
7
Y
de nuevo
habían
mundos
muchos
más grandes;
y
en ellos había
un
pequeño lugar para mi.
Charlie
Kaufman a una chica (que no sabe, que él es Charlie Kaufman)
—
¿Has visto Eternal Sunshine…?
—
No
—
¡Te espero en Montauk!
(en:
Perdí la aldea)
Un
adiós pequeñito
(ó
Manifiesto para la creación de Utolands!)
Adiós:
Cómprate
una bicicleta,
quíñale
el ojo a un gato,
súbete
a un árbol,
salta
en una pierna,
y
en el patio de tu casa
funda
un pequeño país.
Bonus
Track:
Antología
de
Utolands!
Geográficamente ubicados en
libros, sueños, letras de
canciones, pinturas, revistas,
blogs, fotos y películas.
(en:
Epílogo(Vuelva Pronto))
NOTAS
1.
Equador es un poema que hace parte de:
¡Bienvenidos a este Pueblo! en
Utolands.
2. Bonus Track:
hacer parte de: Epílogo (Vuelva cuando
quiera).
3. “El
sueño es un ojo impreciso hacia otras realidades” es el nombre completo del
libro Utolands.
5. Agradezco a Luis Alberto Bravo el haberme hecho llegar sus libros por mail
en formato pdf. ¿No habrá aquí un problema de distribución editorial?